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-54- ción del dicho convento de Barcelona, llamado Mon– tecalvario. La fundación de conventos en esta Provincia. fué muy paulatina hasta que regresó de[ Viso el P. Juan de Alarcón, quien dió vigoroso impulso de tal ma– nera, que en pocos años creció rápidamente el nú mero de casas religiosas; a los doce años de la fun, dación contaba esta Provincia española con veinte conventos habitados por un.a muchedumbre de re– ligiosos de di·stintas regiones, que movidos a.e Dios, acudieron a tomar nuestro hábito en la naciente provincia.. A lo dicho anteriormente podemos añadir que al P. Arcángel de Alarcón no sólo se le debe la g1loria de ser el fundador de los Capuchinos en España, sino también la de 1a fundación de las Capuchinas en nuestra Patria; él fué quien examinó y aprob6 el espfo:itu de la Madre Serafina, fundadora de las Capuchinas en España, y le animó a seguir en su santo propósito con saludables y muy atinados con– sejos, ~ncediéndole vestir el hábito capuchino, que él mismo en persona le impuso en Manresa. Los demás prelados, discípulos y sucesor~ del P. Arcángel, imitaron este rproceder, no cejando en sus esfuerzos por la fundación hasta ver coronados sus trabajos con la estabilidad y votos solemnes de las primeras capuchinas. Mientras vivió el P. Arcán– gel estuvo a cargo d'e los nuestros la habitua,1 di– rección espiritual de las Capuchinas {r) . Su acendrado amor a la Santísima Virgen, al Se- (1) J3ull. Cap. t. V, pig. 3n.
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