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cipe de Asculi, y recibir de los gobiernos comisio-– nes muy delicadas que cumplir, tales como la que le llevó a Venecia, d'onde sintió los primeros llama– mientos de la gracia al sacrificio de la vida religiosa en la Orden Capuchina. Pues vuelto de Venecia a. Milán, como nos dice su sobrino el P. Fmncisco, renunció todas las riquezas y glorias del mundo pa– ra vestir el hábito capuchino en Sundn, pueblo a, c<lugar del estado de Milán", dond'e profes6 y pos– teriormente Le encontramos ejerciendo el -oficio de· Guardiin y de Maestrn el.e novicios. Luego de pro– fesar fué tras1adado a Nápoles, encargánd'ole 1a edu– cación de los novicios. Así en Nápoles como en Sun– cín desempeñó su cargo a satisfacción de todos y con gran fru:to espiritual de los novicios, a los que en más de una ocasi,ó111, con ayunos y oraciones, li– bró de gravísimas tentaciones de .abandonar el há– bito y v-olve1rse a los peli.gros del mundo. Fué insigne pred'ic.ador, florido y elegante ,en el decir, enérgico y convincente en el argumento, dul– ce y ,atractivo en la forma, por lo que con firmeza y fervor sin igual c-onducía a la vida cristiana in– fi'.nidad de almas, én las que obraba maravillosos efectos ( r) . Por est,e tiempo, nuestra Orden Capuchina ~ólo– estab.a establecida en Italia, Francia y en algunos otros Estados del centro de Europa, no contando· con ningún convento en la católica España, d'onde el Capítulo General de 1578 des-e.aba ardientemen– te se extendiese nuestra Religión. Semejante eru~ (1) Cfr. Apolinario de Valencia, Bibliot. FF. MM. CC. Prov. N,eapolit.

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