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los hermanos limosneros, quienes deben ir a la li– mosna confiados que el ángel del Señor les acom– paña en su rtarea. ~ suoeso debió ocurrir antes del año 16o6, supuesto que el convent01 de Morano no se fundó hasta diaha fecha, y del reJato parece d'edu– cime que en dicha población no existía aún conven– to de capuchinos. Se <iirigía Fr. Bernardino en com– pañía de un novicio ail convento ele Castrovillari des– pués de recoger la limosna en Morano; mas el calor y el peso de las alforjas tanto abatieron al pobre novicio, que ya no podía dar un paso. En este trance le dijo Fr. Bernardino: «Animo, her– manito, que el hombre que ves junto a aquella pe– ña nos ha de aliviar el trabajo.» Admirado el no– vicio de semejante promesa, ya que en todo el con– torno su vista no descubría persona alguna, cami– naron hacia el lugar indicado, donde se les presen– t6 un hombre, quien echando las a1focjas sobre el jumentillo que traía consigo, les acompaño hasta· el mismo convento de Castrovilla:ri, en cuyo punto se les hizo invisib~e, dejándoles. en la persuasión de que era el ángel dlel Señor enviado para aliviarles en su meritoria fatiga. Adornada su alma de virtudes, coronó su preciosa· vida con una muerte llena. de consuelo y envidiable seguridad. Según él Cronista, en su última hora vió -entrar por 1a pu~ta de su celda a la Santísima Vir– .gen, rodeada d'e un coro de vírgenes, que venía a recibir en sus prorpias manoS aquella alma que tan– to la había amado para presentarla a su Divino Hi~ jo. Así falleció este ejemplar religioso en el año :r614.
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