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- 31 -- mentos, antes qrue acceder a lo que tan impíamente 1es proponía. Indignado con esta respuesta el juez, mandó que de nuevo les 1azotasen con mucho más ri– gor que la vez, primera y les atormentasen <:011 otros g1é11eros {le S1ttpficios, y después de azotar1es y ator– mentar.les, volviesen a encerrarles en la cárcel. No desesper6 todavía el juez de poder vencer la constancia de los santos márti11es, y así volvió a 11:a– m:airles varias, veces a su tribunal, procurando, ya con promesas, ya 0011 amenazas y tormentos, obli- . gait'les a renunciar de su fe y abrazarse con la ley de Mahoma; pero vi,endo que todo era inútil, y que los santos religiosos cada vez le res,pondíian con 111.ás entereza y vailentía, y q,ue los tormento$ no les ame– drentaban ya en nada, sino que estaban dispuestos a padecer aun la muerte por defender 1a fo d'e Je– sucristo, desesperado, al fin, de conseguir lo que pretendía, mandó que les encerrasen en la prisión y no les diesen ya de comer ni de beber ,cosa alguna, hasta que muriesen así d.e hambrie y d'e sed. Dieron su vida por Cristo estos dos santós már– tires en el año de r55r. IV. P. Cipriano Espafíol De este santo reHgioso no tenemos más noticias que las que nos da el «Niecrnlogium» de Ja pv◊vinda romana. Parece ser que fué enviado a fundar y pro– pagar la Orden en Bretaña. Después. ele haber tra– bajado en Francia y edificado a sus hermanos con sus virtudes y ejemplos, volvió a Roma, donde mu-

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