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-cual respondieron, que ellos ,eran cristianos y que habían venido al Cairo pa,ra predicarles la fe de •Cristo y isa.ca.des del error y ceguedad en que vi– vían, engaiílados por su falso profeta Moooma. &– tonoes el juez les intimó a que renegasen de Cristo y abrazasen l'U,ego la ley de Mahoma, si no querían morir. A esta intimación del inicuo juez conitesta– xon los santos ,religiosos con valor y oonstanda, que ellos da.rían gustosos por Cristo toda su sangre, an– tes de someterse a la falsa ley de Miahoma. Irritado el juez por estas palabras de los santos defonsorres de la fe de Cristo, mandó que les azotasen muy oruelmente y les encerrasen después en una esfre– oha y oscura prisión, donde les darían muy poco -de comer. Sufrieron los santos mártires ron valor y alegría los azotes, el hambre y los malos tratos qru,e les da– ·ban aquellos impíos secuaces d,e Mahoma, estando siempre dispuestos ,a padecer más atroces tormentos por defender 1a f,e de Jesucristo, a quien suplicaban fervorosamente q¡ue se dignrase 1ayudarles y soste– nerles con su gracia hasta conseguir la palma y la -corona del martirio. Después de algunos días que estuvieron enoerra– -0.os en tan estrecha prisión, volvd.ó a llama111es el juez a su tribunal, y con muchas razones e instan– -das trató de hacerles renunciiar ,a la fe éle Cristo y hacerles profesa.ir , 1a ley ele su falso profeta; pero los santos mártires, más e~forzados aún con los tor– mentos que habían ya padecido por Cristo, le con– -testaron que estabañ dis,p-uestos a morir mil veces y der,ramar toda su sangre entre·Ios más atroces tor-
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