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-27- Estos mismos deseos inflamaban el· corazón de un hermanito lego ge su. tiempo, que resplandeda tam– bién por su mucha virtud y santi4a,d, llamado Fray · Juan de la Pulla. Por el año de 1550, seglÚn. nos ¡¡-efieren las Cr6ni– ms ( r ), aconteció que vinieron los· dios. a Asís, a la sazón en qillle, con motivo diel Jubileo de la Por-– ciún.cula, habían acudido también a aquella ciudadi el Rvmo. P. General Fr. Bernar9.ino Astense y otros. muohos religiosos. Habláronse los dos ~on mucha. familiaridad, pt1eS ya se conocían, y se manifesta– rron el uno al otro los deseos de padecer martirio en; que ardían sus almas. «,¿Qué nos detenemos?, d'ijo, ,enton~s Fr. Juan de la P:ulla. El General está pre– sente, el tiempo es el más oportuno, Y' nosotros nos. hallamos en un lug,ar, no acaso, según yo lo entien. do, sino por divina disposición, para que como es uno en los cios el ánimo, lo sea. también el martkio. ¿ Por qué no .r,efe¡¡-iremos al General nuestro común <leseo?» Fu&onse, pues, los 4os al P. General, y humil– demente 11e expusieron sus deseos y le pidieron SU'. bendición para irse a tierras de infie,les a predicar la fe de Jesucristo. El P. General, aunque conocía mu¡y. bien la virtud de los dos santos religíosos, no, quiso acceder a sus :deseos, sin ani:es consultar el ca– so con los Padres más ai,s,cretos y graves que allf estaban. Todos les juzgaron pór muy digrtos de que se les· .encomendase una empresa tan santa, y eJ P. General,· dándoles su l::iendición, les· concedió la.. (I) Boverio-Moncada. Parte I, lib. XI, pág. 477.

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