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son del linaje 9,e los bienes, sino de 1a mala admi– nistración; conviene a saber, o cuando se administra con descuido y con imprudencia, o coondo se busca, no la gloria y honra de Dios, sino la pr-opia y el aplauso o agrado ajeno, según las palabras del Após– tol: «Si tratare de agradar a los hombres, no fuera yo siervo de Dios.» Por lo cual, añadía, deben estar con cuidado los Superiores, de no tener complacen– cia en la 9-ignidad y en Ia honra de presid'ir, ni afec– tarla en ninguna manera, sino cuando les han dado el oficio sin pretenderle, ejerdtenle en temor per– petuo de Dios, no buscando en él más que sola su gloria y 1a utilidad del rebaño que está a su cargo. Porque los que van por otro camino, o deseando el ministerio, o procur:ando en él su comodidad, caen en el law y en la tentadón del demonio, y deján– doles el Señor d,e su mano, adquieren mayor des– dicha y condenación, conforme a lo ,que ensefi:a la Sabid'mía, diciendo así: ccHarase juicio rigurosísimo con los que presiden, y los poderosos padecerán po– derosos tormentos. n Pero los que llegan a las Prelacías arrastrados. di– vinamente de la obediencia, sabiendo que es Dios el que envía el oficio, deben pedirle el favor necesa– rio para ejercerle, y esperarie solamente de su Ma– j,estad. Con esto no tendrán que temer peligro nin– guno, procediendo en la administración de su car– go de tal manera, que entiendan que el oficio no es suyo, sino de Dios, y que trabajen en él como sier– vos fieles. No consideren el cargó, sino la carga, ni piensen en el grado de la presidencia 1 sino en d

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