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tuoso, abstenerse de honra y prdacías, y es una modestia confirmada con el ejemplo de muchísimos Santos. Pero rehusar pertinaz.mente con pretexto d'e cualquier .bien la carga del oficio o 1a dignidad q,ue la obediencia quiere imponer al que es inferior,· siem– pre fué indicio, no de ánimo humilde, sino proter– vo, porfiado e indócil, y testimonio de inobedien– cia represible y culpable, de que se debe huir con suma solicitud, por no incurrir en el delito de 100- nifi,estia transgresión de la Regla.» A esto le replicó el religioso, que el oficio que a · €-1 le ~aban tenía algunos peligros graves para el espíritu, que en parte le vení:an a despojar de los principales bienes del ánimo, que oonsisten en la quietud y recogimiento interior y en la unión del alma oon Dios, Señor nuestro, y en parte le oca:– sionaban nuevos riesgos y daños, que ,el mismo ofi– cio tmía consigo, de que confome a la ley d'ivina se haUaba obligado a guardarse, pues dice el Señor: «¿Qué le aprovecha al hombre ga11Jar todo el mundo, si pierde su alma?» M~s el P. J tian le volvió a res– ponder: ccEng¡añado estás totalmente, Padre, si pien– sas que el &ie:ti del espí1ritu se impide con la obedien– cia. Porque aquellas cosas que son necesarias, ya por ley, o ya por precepto, como son del género de los bienes que no pueden menospreciarse, u omitirse sin culpa, no apartan el ánimo del bien mayor, antes'le encaminan ty acercan más al aprovechamiento es– piritual: que el espíritu, por estar sujeto a la ley, re– cibe de ella vida y aumento. Y los claños que al– guna vez sucede seguirse <lel uso del oficio o la dig– nidad, no proceden de la dignidad ni el .ofició, que

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