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- 22- -el año· de 1539 tomó el hábito de la Orden Capuchi– na ge manos del Rvmo. P. General, el cual le envió a .la provincia de Toscana, en donde le señalaron para su morada el convento de Monte Policiano. No es cosa fácil decir ahora los adelantos que hi– zo en la virtud y perfección en este nuevo retiro. Pasaba en el ejercicio de la santa oración, al q,ue fué siempre tan afic1onado, 1a. mayor parte. del día y de la noche, conce<liendó únicamente al sueño tres o cuatro horas. Sus penitencias y moctificaciones eran rigurosísimas. Ayunaba de continuo a pan y agua; traía siempre 'llll áspero cilicio que, el atormentaba el cuerpo, y andaba descalzo, sin usar nunca las san– dalias que se suelen traer en la Orden. La luz celestial con que el Señor iluminaba su entendimiento, era tanta, que con suma facilidad ex– plicaba los misterios de nuestra fe, y respondía con: grande sahiduría y ,acierto a las preguntas y .consul– tas que se le hacían, como se echa de ver claramen– te en la respuesta que dió en cierta ocasión, según nos lo refi,eren las Crónicas; a un religioso que vino a consultarle si debía renunciar a una prelacía que querían oarle, porque le apartaba de la oración y contemplación. Ei1 santo viarón le respondió ~on estas palabras: ((Guárdate, Padre, de que fingiendo luces y resplan– ,dores te envuelva en sus ti.nieblas el demonio de mediodía. Cuando la observancia de la Regla está en pie y sin quebrantarla se puede ejercer el oficio y la dignidad' honorífica, excusarse de ella verda– deramente es efecto loable el.e la virtud de la hu– mildad; porque a cada uno le es lícito, y aun fruc-

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