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diversiones en que suelen entretenerse los jóvenes, sino que, huyendo del ruidQ y conversación de los. hombres, se retiraba con frecuencia a l?-s iglesias, donde pasaba largos ratos en 1a oración y contem– plación de los divinos misterios. Y aunque su pa– dre, a quien no agradaban mucho esta soledad y re– cogimiento de su hijo, l,e obligaba algunas veces a compartir en las recreaciones y paseos a caballo con los demás jóvenes nobles del lugar, el devoto joven, que tenía ya puesto su corazón más en el cielo que en la tierra, tan pronto como terminaban estas re– creaciones, volvíase a su acostumbrado reti<ro :y ora– ción. Como er.a ya tan dado al retiro y soledad, pen– sando abandonar el mundo y renunciar a todas las cosas de la tierra para consagrarne del todo a Dios, juzgó que la Religión más a propósito para él, que tanto deseaba d'arse a 1a oración y contemplación, era la de los Monjes Cartujos; y así, fuese a ellos. pidiéndoles con humildad que le. recibiesen en su compañía. Pero viendo los Cartujos ·sus pocos años y no mucha robustez de cuerpo, no se atrevieron a recibirle. Acudió entonces a los Menores descalzos, los c1.1Ja11es tampoco le recibiernn. Estas dos repulsas no 1e acobardaron ni le hicieron desistir d'e su in– :tento, sino que, ardiendo en deseos de consagrarse cuanto antes a Dios, ;recurrió a los FP. Observantes de Valladolid 1 quienes le admitieron y dieron el há– bito de su .Orden. Una vez que hubo prof.esad'o, deseando subir a

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