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- 139- Para venir a aquel eterno 9-ía Do nunca hay amargura ni pesares.,, Eso deseo yo, Rey soberano, Más que con el discípulo dudoso En .vuestro pecho prod:.undar la mano. .Admitid, os suplico, al amoroso 10orazón que· rasg6 el .hierro Inhumano Mi alma, pues no busca otro reposo. (Pág. II6,} Al misterio de la Circuncisión Niño tierno y amable, y Dios inmenso, ¿ Quién, J,esrús amocoso, te ha inducid'o A deriramar la sangre ,que has vertido Con, tan penal dolor, agudo, intenso? Amor son y humildad, a. lo que pienso,, Que a la penosa l,ey te han sometido, Pues siendo sin mancilla concebido, Eras; buen Jesús, •libre de tal censo. ¡ Oh mar incomparable de clemencia, Que tu inocente infancia aceptar quiso El remedio que pide mi dolencia ! Hoy se nos muestra abierto el pair:aíso, Viendo el, Padre ser nuestra la inocencia Del Niño por amores circunciso. (Pág. 182.)