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136 - grandes tempestades como se han conjurado con ella. Mi intento ha sido probarla y ejercitarla, para que su misma paciencia acredite que es obra dirvina y sumamente agradable a mis ojos. Pero en cum– pliéndose el término señaiado a ias experiencias no les sucederá ooasión de nuevo temor. Porque con mi ayuda, y en virtud mfu, crecerá extend'iéndose, propagándose y aumentándose. ,en toda la tierra, y subirá a la excelencia de perfección que mi altísi– mo consejo y sabidu,ría la tienen guardada.» Todo esto lo reveló el Señor a Fr. Juan en dife– rentes días, apareciéndosele y hablándole con la fa– miliaridad que se echa de ver en los coloquios que se han referido. Y para confirmación y seguridad de cuanto le había rerve1ado, concluyó diciendo: «No ).-,ecdes, J u.an , ni sospeches que ha,y en estas pala– bras engaño diabólico. Palab:ms m:í:as son que a su tiempo se cumplirán.» Además de estas revelaciones, tuvo el P. Juan de Medina del Campo otras muchas que no pone– mos aquí por no hacer demasiado largo este apén– dice. Si alguno lo deseare, pueae ver1as en Boverio– Moncada, «Crónicas <l'e los Frailes Menores Capu– chinos de N. P. S. Francisco>>, p .. I, págs. 387-39r.