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- II4- mortal, pudo exclamar con el Apóstol de las Gentes: «Bonun certamen certavi, cursum consumavi, fiden servaví». He peleado las batallas 9,el Señor, he ter– minado la car,rera de este valle de lágrimas y guar– dado la .fe a mi Dios». Pidió y rocibió con ·gran fervor los últimos Sacramentos y confortado con el sagrado viático se d,ispuso para el viaje de la eter– nidad. En medio de sus agudísimos dolores conser– vaba una ipaz. inalterable, y fija la atención en la gloria que le esperaba, repetía con el Apóstol: ccCu– pio dissolvi et esse cum Cbiristo». Deseo deshacerme de los despojos de la mortalidad par.a unirme a mi buen Dios>>; hasta que, llegado el tiempo prefijado en los decr,etos eternos, entregói plácidamente su es– píritu al Señor en la mañana del Domingo de Resu– rrección, día rr de abril del año 1694. Luego se di– vulgó la noticia de su fallecimiento, no oyéndose otra cosa por las calles de la población sino: «Ha muerto el Santo, ha muerto el Santo». Los piadosos habitantes de Monforte, deseosos de tener alguna Reliquia del Siervo de Dios, unos pedían pedazos del hábito, otros algún objeto que h1:tbiese estado a su uso, otros, en fin, se contentaban con besar res– petuosamente los pies del Venerable. Tocios decían a una voz: ccDichoso Padre que le ha llevado el Se– ñor a la hora en que resudtó el mismo Redentor». Quedó su cuerpo flexible y hermoso como si estu– viera vivo, exhalando un olor suavísimo que confor– taba a cuantos se acercaban al cadáiver. Los fune– ,rales duraron un mes, rivalizando el clero regular y secular, los nobles y plebeyos, los particulares y los ;pueblos en celebrar solemnes exequias que más

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