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- 107- en poco tiempo aprendi6 su idi-;ma), se. fueron con– vi,rtie11do a 1a verdadera Religión, de manera que,, en med'io q,e aquellos caníbales, que no !reconocen, otra ley que la ,fuerza bruta, ni otra Religi6n qu~: J<a satisfacción de sus brutales instintos, imp1ant6 1a /Cruz de ,Jesucristoi y formó una floreciente cris-– tiaridad. Es imposib1e relatar los trabajos, sudores y contradicciones qltle experimentó el éeloso Misio-. nero antes .ele conseguir semejante triunfo. Reco– rría incansable los más espesos bosques, trepaba por empinadas montañas, y desafiando a los elementos., Y' a las fieras, qrue tanto abundaban, volaba adonde veía un alma que salvar. Convirtió más d'e ro.ooo, indios y'a numerosos reyez,11elos, quienes enviarow - al Papa con el mismo Padre Jos~ un entusiasta men- · saje de .adhesión a la Santa Sede, reconociéndose· por vasallos suyos. La envidia y la m:ailignidad, que se ceban en los:, hombres más integérrimos, no tardaron en ~lavar· · 1as saetas ele 1a maledicencia en la reputación inta-• chable del Pacl're Carabantes, viéndose éste obliga– do a abandonar a sus amados caribes para volver· a España. Presentóse aLNuncio de Madrid, e inte– rrogado sobre su moa.o de proceder, contestó- a cuan– tos oa.rg ,os se le dirigían, relató los trabajos que ha- , bfa realizado, y no solamente sali6 justificado, sino, que mereció los mayores eilogios del representante a.el Supremo Jerarca de la Iglesia. Vo1vi6 a.e nuevo, a su querida Misión, trabajando lo indecible en la conversión de los indios, hiasta que pasad.OS diez años tuvo qrue regresar a E11ropa con el honroso••

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