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- 100- da y convertida en floreciente plantel d'e Varones. apostáilicos, bajo los auspicios de la Inmaculada Con– cepción de María. Para mayor seguridad consultó la vocac~ó,n con su Confesor; le manifestó 1os im– pulsos. interiores que sentía, su indinacihn a los Pa– dres Capuchinos, y le rogó que le dijese lo que debíia hacer. Conociendo el Confesor que la voca– ción de José era de Dios, y no dudando qu,e aquella secreta simpatía hada los Capuchinos era señal evi– dell!te que Dios ,le quería en la Religión seráfica, le contestó que sin temor alguno siguiese los impul– sos de su corazón y pidiese La admisión en la Or– den Capuohina. Siguiendo el consejo del Confesor, pidió al Su– perior d,e los Padres Capuchinos de Aragón la ad'– misión ,en la Orden, 'Y' habiéndose enterado el P. Provincial de fas excelentes cualidades deil candi-· dato, le admiüó, en el Noviciado d,e Tarazona, po– niéndol,e el nombre de Fray José. El gozo y la ale– gria que experimentó al vestir el hábito de San Francisco eran tan grandes, que derramando dul– ces lá,grimas de consuelo y lleno de gratitud, no– sabía cómo agradecer a Dios ,el singularísimo bene– ficio que le había hecho aél'mitiéndole entr,e sus pre– di1ectos servidores. Era Fray José uno de esos oa– racteres que piensan mucho antes de tomar una resoludón, pero que una vez tomada, no descansan hasta llevarla a cabo. Viendo La relevante santidad que debe adornar al perfecto C!apnchino, se resol– vió desde el primer día del noviciado a practicar las virtudes seráificas con la mayor perfección posi-

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