BCCCAP00000000000000000000600
90 Lo portentoso del P. Esteban de Adoain siéronse tenazmente al éxito de la predicación sagrada. Sembraron entre el público recelos y desconfianzas contra el misionero d iciendo que se portaba como un tirano con los que acudían a su presencia para acusarse de sus pecados. Propalaron calur:mias, afirmando que había sido desterrado de su país por revoltoso y vago. Al mismo tiempo procuraban atraer al público hacia un centro de diversiones licenciosas, establecido para aquellos días, con lo cual restaban gente a los actos piadosos organizados por e,1 buen Padre Esteban. Y cada día la oposición de aquellos perversos iba siendo más descarada. Como nada valieran las amonestaciones y avisos que les dirigía el misionero, una noche refirió desde el púl– pito levantado en la pla"<:a, el ejemplo rigurosamente histórico de una impía mujer que en Nápoles, después de muerta, atestiguó en presencia del Beato Francisco de San Jerónimo y de gran concurso, su propia conde– nación. Refarido el ejemplo y hecho un fugaz' comen– tario, exclamó con acento de profeta: «Quis ex vobis po- terit habitare cum igne devorante? ... ¿Cuál de vosotros sufrirá el fuego devorador eterno? ... ». Y anunció - que no tardaría en cumplirse la justicia divina. El fatal anuncio causó impres:.ón en las gentes de corazón sencillo y recto. Pero no conmovió a los cul- · pables. El castigo se cumplió. Al día siguiente el director de aquella banda satánica murió repentinamente sin auxilio espiritual de ningún género. (Cuaderno I, p. 20).
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz