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74 Lo ¡,orteñtoso. del P. E~teban de Adoain no le dejarian _salir. de Parapara y que no estaban dis– puestos a recibir otro P_árroco. Aunque semejante actitud no era laudable, demos– traba el salud,9-ble cambio que se ~peró en aquel ve– cindario. (Cuaderno I Apuntes de misiones, p. 12 y sig.). Exito tan sorprendente se reprodujo en centenares de pueblos de la Isl~ de C~ba y de ~tras r~públicas americanas. .. I I I , OPERACION DE PORTENTOS DETIENE EL CURSO DE LA PESTE.~Es admirable lo que sucedió ·con este hombre de Dios varias veces, durante la época del más terrible azote que puede afli– gir a un_pueblo, com~ es, el cólera morbo. El día 17 de noviembre de 18q2 entró en la villa de Giguani, situ~da a veinticuatro leguas de Santiago de Cuba. La peste, que s~ había declarado en varios pue– blos, apareció én Giguani un día antes de llegar nues– tro misionero, registrándpse ocho defunciones. Hora por hora iba au~entando el número de vícti– mas hasta sumár veinticua~rQ defunciones diarias. La población se hallaba c~nsternada.. Pero aumentó el pá– nico cuando el día 26, a las. tres de la madrugada, so– brevino un formidable movimiento sísmico, que afor– tunadamente no causó desgracias personales de gra-
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