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34 Lo portentos:> del P. Esteban de Adoain ciertos trabajos de su cargo, haciendo diversos' viajes y asistiendo a la inauguración del convento de Pam– plona, siendo exactísimo en la observ.ancia regular. En el mes de Mayo de 1880 el Padre José de Llere– na, que era el Comisario Apostólico y ya había regre– sado de Roma, suplicó al Padre Esteban que predicase el Novenario de la Divina Pastora en Sevilla. No podía desconocer el Padre Llerena, que un ser– món más era un golpe de muerte para el Padre E·steban. El dócil misionero baj6 resignadamente la cabeza, ofre– ciendo el cuello al · dogal de la obediencia. Predicó la Novena con fruto extraordinario, como lo oímos referir al Padre Saturnino de Artajona, testigo presencial. Al regresar a Sanlúcar, era un cadáver ambulante. Los religiosos al verlo, quedaron muy impresionados y alarmados. A pesar de los cuidados que se le prodigaron con extraordinario cariño, incluso con un viaje de veran.eo· a Antequera, no experimentaba alivie. En el convento de Sanlúcar, aunque parecía que es– taba próximo a expirar, no quiso otro lecho que unas. tablas cubiertas con una leve colchoneta. Diariamente se. levantaba y apoyado en el hombro de un hermano Lego, iba a la Iglesia ¡:era comulgar. Durante su larga enfermedad no pronunció una fra– se de impaciencia; no exhaló una queja. Cuando le de– cían que descansase, contestaba que aún no_había he– cho nada en este mundo.
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