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32 Lo portentoso del P. Esteban de Aqoain niés, Lumbier, Artajona, San Martín de Unx, Falc!:ls y Andosilla. Dispuesto se hallaba a una larga serie de misiones por toda la Ribera de Navarra según itinerario señalado por el Obispo de Pamplona; pero una orden inespe– rada del Padre Comisario Apostólico le obligó a trasla– darse a Andalucía en Marzo de 1877. Fué designado para Superior del primer convento que se abrió: el de Antequera. También en Andalucía s:u labor apostólica fué una serie de triunfos de la divina gracia. Las misiones de Antequera, Sanlúcar de Barrameda, Chipiona, Cuevas Altas, Lebrija, Paradas, Aracena, Lora del Río, Sevilla, etc., dejaron imborrable recuerdo. Los que tuvieron la fortuna de oírle, nos describían el efecto sorprendente , que producía la predicación del Padre Esteban, aunque ya era septuagenario. Sus actos de contrición hechos con aquella voz que de tan potente y sonora parecía sobrehumana, arran– caban lágrimas a los hombres más indiferentes. Sus mi– siones tenían que lerminarse en las plazas por ser insu– ficientes las iglesias para tan extraordinario¡; concursos: Su actividad no se limitó al ejercicio de las misio~ nes. Nombrado Vice-Comisario Apostólico por ausencia del Comisario, atendió a la restauración de la Orden en España. Estableció comunidades en los conventos de Antequera, Sanlúcar, Pamplona, Masamagrell, Arenys de Mar, Montehano; y trabajó en la restauración de

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