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30 Lo portentoso del P. Esteban de Adoain ~ncendio de la revolución, que triunfó en 1871. Era un .eco de la revolución universal intentada por las sectas secretas. Los Prelados y las Comunidades. religiosas hubieron de_salir para el destierro en fuerza de un decreto del gobierno i::evolucionario de Guatemala, presidido por García Granados. Al saberse cuál era el día señalado para !a expulsión de los Capuchinos, cinco mil ·hom– bres cercaron el convento de la Antigua, armados de fusiles, machetes, pistolas y palos, gritando que mien– tras ellos vivieran, no había de salir para. el destierro ni el Padre Esteban ni religioso alguno de su co– munidad. Por temor a una contrarrevolución el Mgobierno de– sistió de su propósito por entonces. Pero al año siguien– te, Junio del 1872, realizóse la expulsión por sorpresa, no sin concentrar en la ciudad gran número de .solda– dos de todas armas, que provocaron escenas sangrien– tas,' disparando sus fusiles sobre el público por el único delito de protestar contra la sacrílega expulsión. El Padre Esteban y sus compañeros fueron conduci– dos por la tropa a través de Guatemala, en penosa mar– cha de ciento cuarenta kilómetros que hicieron en diez días, llegando el día 18 del mismo mes al puerto de Champerico, donde se embarcar~m en el vapor norte– americano «Sacramento»· con rumbo a San Francisco de-_ California. Allí fueron caritativamente atendidos y acogidos por los Padres Jesuítas y por el público. Cuando en los pueblos de Gua!emala y El Salvador

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