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20 Lo portentoso del P. Esteban de Adoain El gobernador de Achaguas, . a cuyo distrito perte– necía la región del Apure, envióle de parte del Gobier– no de la República, la orden de abandonar la misión a pretexto de qu~ se había negado a jurar la Consti– tución, como se habían •riegado los Obispos y los demás misioneros. Aquel día fué amarguísimo para el P. Esteban y para sus espirituales hijos los indios del Apure. Hallábase casi moribundo, tendido en tierra en una cabaña mal cubierta de ramaje, sin · más consuelo que su crucifijo, algunos. indios y el Padre Hernani, que también se hallaba enfermo. Con un brevaje que le fué propinado por una india, se reanimaron-un poco sus fuerzas; y luego emprendió el viaje en dirección a la capital de la provincia de Valencia. ' Al sentir notable mejoría graciap al cambio ·de clima y a los medicamentos, entregóse al ejercicio de su mi– nisterio en diversas poblaciones; pero la fiebre no le abandonaba ni un solo día. En vista de ello, el Padre Anselmo de Murieta, Pre– fecto de los Capuchinos de Venezuela, le envió a Euro– pa en Junio de 1845. Dieciocho meses más farde, recu– peradas las fuerzas, se apresuró a regresar a Vene– zuela. No _le permiten ir a su mis~ón de Apure, paro cosecha copiosos frutos de reforma· de costumbres en varias reqtones de la república. El Padre Esteban llegó a ser universalmente .cono-

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