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por el P. Gumerslndo de Estella 17 no permaneció ocioso. Aprendió luego la lengua ita- , liana y predicó en varias. poblaciones con gran acep– tación y fruto espiritual., Pocos fueron los religiosos que le siguieron al destierro, y de éstos, ninguno al– canzó los éxitos prodigiosos del Padre Adoáin en Italia. II I EL MISIONERO ENTRE INDIOS ERRANTES No hay acontecimiento humano que pueda sustraer– se a la acción de la divina Providencia. Las · revolu– ciones no están exentas, de esta ley. De la revolución española se sirvió Dios para llevar a países inhospitalarios un apóstol del temple de Fran– cisco Solano y de Javier. Sabedor nuestro Padre Esteban de que el Papa Gregorio XVI deseaba utilizar Capuchinos españoles pan~ evangelizar indios errantes, se presentó espontá– neamente con la elegancia del espíritu más selecto, diciendo: «Ecce ego, -mitte me; ¿Dios lo quiere? Yo también. Iré a la :parte ~el mundo que se me designe». Ignoraba todavía el Padre Esteban cuál sería el 'punto de destino. El gobierno de Venezuela había solicitado de la Santa Sede .treinta Capuchinos españoles para país de 2

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