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i 6 Lo portentoso ele! P. Esteban de Adoain A los veinte de edad, adquirida en 'su pueblo .una gran resistencia física, llevando en su inteligencia vir– gen un caudal de convicciones venerandas y en -su pecho anhelos de sacrificio por Dios y por las almas, se encaminó al convento de Capuchinos de Cintruénigo, donde tomó el hábito, recibiendo el nombre de Fray Esteban de Adoáin. Había conocido la voluntad de Dios por una serie de sorprendentes sucesos ocurridos en .su casa. . En aquel vetusto cenobio y en los de Pamplona y Peralta abroqueló su espíritu con la oración, el estudio y la penitencia, preparándose para una campaña apos– tólica gigantesca. Las sublevaciones militi,ires surgidas en varias pro– vincias de España a una señal del comandante Rafael de Riego, trajeron por fin sus consecuencias. Las li– bertades constitucionales, mal entendidas por los liber– tinos, sirviéronles para abrir cªmino a la revolución. El Padre Adoáin, 10· mismo que sus compañeros,, hubo de abandonar _el convento de Pamplona en 1834, refugián– dose en Vera del Bidasoa, de donde salió pocos días después para buscar más seguro asilo en Bértiz; en Iru– rozqui y en otros parajes, ,donde ejerció funciones de Párroco. . El gobierno español decretó en Marzo de 1836 la exclaustración de todos los, religiosos. Mas no resignán– dose nuestro héroe a vivir como seglar, se tr_asladó a Italia en 1839. Tres años vivió allí, durante los cuales

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