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156 Epílogo Todos podemos y debemos contribuír directa o in– directamente a la glorificación y pronta elevación de tan gran apóstol al honor de los altares. Los Procesos sobre su santidad y virtudes siguen su curso normal. Pero no debe olvidarse lo que varias veces hemos advertido; terminados los Procesos, la Iglesia exige dos milagros para llevar al Siervo de Dios al honor del culto público oficial. Y los dos milagros deben ser conseguidos por intercesión del mismo Sier– vo de Dios, después de acaecida su muerte. No valen los que hizo en vida. " Exhortamos vivamente a todos los fieles, que por la gloria de Dios, por la gloria de la Iglesia, única Madre y escuela de Santidad en la tierra y por la gloria de tan abneg?-do apóstol, lo tomen por intercesor siempre que se vean acosados por alguna tribulación, singularmente en casos de enfermedades graves propias o de familia– res y amistades. El tiempo .en que se tramitan las Causas de Beatifi– cación de los Siervos de Dios suele ser muy oportuno para acudir a su intercesión. Parece que ellos se apresu-· ran a conseguir de Dios verdadero~ milagros· a favor de sus devotos.

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