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150 Lo portentoso del P. Esteb an de Adoain tributados a nuestro P-adre Esteban, repetimos: «Así se honra a quien el Señor quiere qua se honre ».. EN ESPAÑA Las Cartas Postulatorias.- Hemos hablado de la deu– da que las Provincias de Navar::-a y Andalucía tenían contraídas con el Padre Esteban. Pero no debe olvidarse, que también España entera estaba en deuda con tan egre gio Capuchino. Porque no fué pequf:ña suerte para España en el siglo diecinueve, la aparición de un apóstol tan presti– gioso como el Padre Esteban d e Adoain, que re~orrió tan diversos países extranje ros, cuando el mundo creía que esta infortunada nación se hallaba exhausta de va– lores morales positivos. Mientras a España se le derrumbaba y perdía un vas– to imperio en Occidente, y las revoluciones, motines, pro– nunciamientos y algaradas callej eras, organizadas por sociedades secretas, se sucedían sin interrupcción; has– ta sumar más de cincuenta sublevaciones armadas en menos de setenta y cinco años; y los cambios de go– bierno se efectuaban a merced d e cualquier eventua– lidad; y los destronamientos eran obra de una espada que . se envainaba sin honra, o de l gesto displicente de un ~lítico sin púdor; el abnegado Padre Esteban de Adoain, aunque humilde Capucl:ino, acometía en otrns hemisferios. una serie de empresas comparables con las más gloriosas de pasadas edades, y renovaba las legen-

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