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126 Lo portentoso del P. Esteban de Adoain res observó que no sentía la niás leve molestia en el estómago, en el hígado ni en otra alguna de las vísceras. Temía alguien, sin embargo, que fuese un alivio mo– mentáneo, atribuyendo a caprichos del ai•.irato ,diges– tivo. Pero el hecho es que la curación perseveró. Y hasta hoy continúa con apetito y sin molesti~ alguna, aunque no se abstiene de ninguna de las viandas pro– hibidas. ¡Y han transcurrido ocho meses! La piadosa mujer, al ver la repentina curac:ión, de– claró que había recurrido al Siervo de Dios; y el Ca– puchino hizo idéntica manifestación, ya que había si– multaneado sus oraciones con las de su afligida madre. · ¿Nos hallamos ant~ un caso fortuíto? Opinamos que hay más fundamento y más argumentos para creer en lin favor del Cielo que en una casualidad. _ (Copiado de la Revista «Verdad y Caridad »; número de Enero de 1946. EL CASO DE DOÑA AMELIA GALBAN.-El día 27 de Marzo de 1946 presentáronse ante el Vicepostulado~ de la Causa del -Padre Adoain, Don Enrique González Márquez y su esps;,sa Doña A~elia Galbán Martínez, la cual llevaba 'en brJ3.zos u_n niño·_ de siete meses muy robusto' y al parecer muy sano. Don Enrique, sargento de la segunda Compañía del 2. 0 Batallón del Regimiento de Infantería 128, hizo la siguiente declaración: « Hallándose mi esposa Amelía encinta, sufrió una abundante hemorragia con síntomas de aborto. Era eso

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