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. p_or el _P: Gumersindo de Estella 11 No tenemos m~s. derecho a la ociosidad que al sui– cic;lio. Fiel a esta máxi1;1a cristiana y social, el Padre Esteban es uno d'3 los hombres que no perdió ni un minuto de ·tiempo en los setenta y dos años que vivió en este mundo. En varios países era c;:onocido universalmente por las personas, de todas las .clases sociales. Diríase que su actividad alcanzaba a todos simultáneamente. No se vaya a creer que fué un espíritu desasosegado, un- político inquieto o un ser aficionado a novedades o aventuras. Poseía la ciencia del dominio propio, lo cual cons– tituye mayor mérito que dominar un mundo entero. No olvidó un instante el problema de la ·educación de su alma por medio de la vida interior, que es la que nos da el triunfo sobre los acontecimientos externos. Tenía presente una verdad fundamental que influía en su psicología, a saber, la acción inmediata de Dios sobre · , el universo y sobre el individuo. Y como no conoció la ociosidad, no conoció la pu– silanimidad. «Yo ho abandonaré mi Parroquia · por la orden del Gobierno; sino por la orden de mi Prelado Eclesiástico », contestó ·1mte un señor Gobernador, al comunicársele un decreto' tajante del Ministro dé Jus– ticia de Venezuefa. ·El Padre Esteban fué un valiente. · No se declaró Vencido en medio de las ·salvajes so– ledades en que se ~ió. abandonado; ni ante las armas

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