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. p :,r eJ t'. 1..,-umerstnao ae csceua 1 1, centenares de cajas dé municion, oc.asionando el · de– rrumbamiento de muchos edificios del barrio y la muerte de veinticinco soldados y varios paisanos. A las ocho de la noche, en plena oscuridad , conti– nuaban las explosiones del polvorín. Fiado en mi pro– tector celestial, rebasé la línea formada por guardias; y acompañado de dos falangistas armados, me entregué a la tarea de buscar niños y ancianos, que se hallaban en edificios muy próximos al lugar de las explosiones. Algunas bombas procedentes del horrible volcán de fuego, volaban silbando. Por el suelo había muchas bomba~ de mano. Los dos sujetos que me acompaña– ban, alegaron que eran padres de familia y se retiraron. Continué en el cumplimiento de mi deber de caridad durante cerca de una hora más y regresé ileso. Después, no acertaba a pronunciar otras palabras que la plegaria: Agimus tibi gratias ... Padre Esteban, a tu tado se puede jugar con la muerte. ¿ Quién osará argüirme, negando que estos rasgos de protección pueden compararse con el prodigio más sorp rendente? - CURACION DE UN CANCER.-Cuatro Doctores de sobresaliente competencia, declaran en -sus Consultorios que la señora Doña Asunción Lusarreta sufre una úl– cera cancerosa en el estómago. Uno de ellos advierte a la familia que la enferma no puede alcanzar más que dos meses de vida, y le aconsejen que di:-ponga su última voluntad.