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108 Lo portentoso del P. Fsteban de Adoain Por lo que a los fieles toca, suele _incurrirse en dos extremos: Unos se inclinan a ver sobrenaturalidad en cualquier caso maravilloso. Otros, poseídos de espíritu hi?e!críticó, propenden a la negación de la sobrenaturalidad a priori con peligro de error; con lo cual sin pretender~o, siembran el recelo excesivo y tendencioso entre los fieles. ¡Qué difícil es para la inteligencia depaupera'da del hombre, mantenerse en un justo :nedio,- a pésar de la rectitud de intención! Por huir de una credulidad inconsciente, no caiga– mos en el defecto de los doctores hebreos, que negaban la supernaturalidad de los milagros de, Jesucristo, di– ciendo que eran. ·realizados con intervención de espí- ritus diabólicos. · El milagro es posible. Ha existido hasta hoy, y exis– tirá en lo sucesivo. Negarlo sería una falta de lógica y una irreverencia al Omnipotente. La ciencia debe exa– minarlo. N~ es cieritífico cerrar los ojos y negarse a un estudio sereno de casos sorprendentes. Pero si procedemos con _espíritu naturalista, no cree– remus en los milagros más patentes, sobre todo si son prodigios quoad modum. Siempre nos parecerá hallar parapetos científicos para atacarlos. Existen casos que no admiten calificación: Un en– fermo es sometido a una medicina o tratamiento de efi– cacia audosa o muy poco probaKe. E,:lto es frecuente, por no existir otro remedio.
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