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98 Lo portentoso del P. Esteban de Adoain bre falleció la enferma pasando a mejor vida. El señor Carrera, que ya había entendido el sentido de la profe– ·cía, dió gracias a Dios con gran resignación cristiana. (Referido por una señora testigo presencial, llamada Estefilla Ballesteros, al ·Padre Bartolomé de Tudela el año 1926). EN LA REPUBLICA DE «EL SALVADOR» «Don Mariano Morales Wading, aunque sincero ere·· yente, habíase ido alejando poco a poco de las prácticas religiosas. Hacía muchos _años que las había abandc– r..ado totalmente cuando tuvo ocasión de con versa: con el V. P. Esteban de Adoain. Aprovechando la ocasión, el Siervo de Dío.s habló a • Don Mariano de forma tan atrayente, tcicó su corazón con tal eficacia, que éste llegó a suplicarle que fuera él quien le auxiliaría en las últimas horas de su vida. «No seré yo -díjole Fray Esteban- sino otro Re– ligioso de mi Orden quien le asista. Y he de advertirle que tendrá usted una muerte ejempiar y santa» . » Y en efecto así ocurrió. »Expulsados del país los Capuchinos, parecía impo– sible que se cumpliera e l anuncio del Siervo de Dios. Sin embargo ni Don Mariano ni su esposa perdieron la esperanza en la promesa del ejemplar misionero,

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