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-81- El Padre Esteban fué avisado para visitar a una en– ferma grave. Como siempre en tales casos, se dispuso a salir del Convento tomando un compañero. Mas primero postróse ante el Sagrario en el Coro ~ajo, según tenía por costumbre siempre que había de salir de casa. Oró por sí y por la enferma a quien no conocía. Y emprendió su camino hacia la calle de Jerez, después de rezar una Ave María en la puerta del Con– vento. Llegado que hubo el Padre Esteban a la casa, la pobre paciente, llena de esperanza, pidióle la bendición. Mas el Siervo de Dios la persuadió a que se arrepin– tiese de todos los pecados de la vida pasada y se confesase. Antes de despedirse, la dirigió una exhortación, animándola a tener mucha confianza en Dios, en cuya mano está la vida y la muerte, la salud y la enfermedad. Y le dió su ·bendición. ¡Cosa rara! Desde aquel momento experimentó la enferma notable mejoría, que fué acentuándose rápida– mente, desapareciendo en breve rato la gravedad. Al día siguiente la mujer estaba completamente sana. Este hecho contribuyó no poco a levantar la fe del pueblo. La otra curación de la que se tiene un recuerdo va– go, acaeció también en Sanlúcar de Barrameda. El Pa– dre Esteban, según tenía por costumbre, exigió a la paciente que se confesase. Después le hizo la señal de
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