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-78- un marino, llamado José Odero, se lanzó al agua y pudo salvar al Padre Pedro. Y finalmente, agarrando al Padre Esteban por la barba, lo arrastró también hacia el muelle. E I Padre Pedro de Castejón, religioso muy sensato y de gran prudencia y virtud, solía referir este lance, asegurando que el haberse salvado era un verdadero milagro, debido a los méritos y oración del Padre Este– ban. Y asegurábalo con tal firmeza y con acento de tan profunda convicción, que no era posible dudarlo. Cuando todos estaban sobre el muelle, don Andrés Limón, que se hallaba presente, premió el caritativo rasgo del marinero poniéndole en la mano una moneda de veinticinco pesetas. Los circunstantes, viendo a los dos religiosos tan empapados de agua, aconsejábanles que abandonasen su proyectado viaje y se mudasen de ropa para evitar el peligro de una pulmonía, de un catarro, etc. Algunos ofrecíanles sus casas corno más próximas al muelle, y hubieran considerado corno una honra si el Padre Este– ban hubiese aceptado el ofrecimiento. Mas el Siervo de Dios lo rehusó cortesmente, ase– gúrand o con firmeza que no iban a sufrir el más leve quebranto de salud. Y se trasladó a la nave con sus compañeros, quedando todos muy edificados de su es– píritu desacrificio y abnegación. El Padre Pedro afümc1ba que no sufrieron el más leve catarro.

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