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-72- Al llegar a las inmediaciones del pueblo, los mismos indios pusieron el estandarte bajo palio y aclamando a la Virgen sin cesar, entraron en la Parroquia. El Padre Esteban visiblemente conmovido y muy agradecido a los obsequios que hacían a su Pastorcita, les dirigió una fervorosa alocución, prometiéndoles en ·nombre de la Virgen, que si ayunaban rigurosamente al otro día y asistían a una procesión de penitencia, ce– saría la peste que tan sin compasión diezmaba al pueblo. En efecto: al día siguiente, todos sin excepción, ob– servaron riguroso ayuno, asistieron a la Santa Misa y a los sermones. Se hizo una procesión de penitencia a pie descalzo, llevando grandes cruces, pesadas piedras y enormes leños a cuestas. Y aquel mismo día desapareció la peste totalmente. Otro tanto aconteció en Comalapa, a donde llegó el día 12. Dos leguas le separaban aún al Padre Esteban de aquel pueblo y ya se encontró con una gran muche– dumbre que esperaba a pie descalzo y sosteniendo so– bre las espaldas, enormes cruces. A medida que cami– naban, iba engrosando la procesión de penitentes con nuevos grupos. Faltábales una legua para llegar al pue– blo y ya se hallaban reunidas unas dos mil personas que aclamaban, llorando, a la Divina Pastora y a su misionero. La colocaron bajo palio y cantando letrillas sin ce– sar o vitoreándola en medio de sollozos, entraron _en la Parroquia. La iglesia era una de las más grandes que

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