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-67- dre Esteban en sus Apuntes de misiones. Porque aque_ día se cometieron en la villa unos horrorosos pecados por hombres lascivos; y no pudo aplacarse la cólera Divina. A los dos días se repitió la procesión de rogativa llevando la imagen del Patrón del pueblo que era San Pablo Apóstol. Tampoco disminuyó el número de víctimas. Acongojado el celoso misionero, postró se llorando ante la Divina Pastora, que fué siempre su refugio en los días de tribulación. A sus pies tuvo una súbita ins– piración. Anunció para el día 28 una Comunión general y una procesión de rigurosa penitencia tal como él la solía im– poner, es decir, a pie descalzo y llevando grandes cru– ces u otros pesos sobre los hombros, siendo presididos por la Divina Pastora. No hay que decir que todos los que no se hallaban enfermos acudieron fielmente a los actos anunciados. Purificaron sus conciencias con una buena confe– sión, incluso los.más indiferentes; comulgaron devota– mente. Por la noche organizóse la imponente procesión. Antes de salir del templo, el Padre Esteban dirigió una vibrante plática, no sin lágrimas en los ojos, exhor– tando a adultos y a niños a una verdadera penitencia confiando en la Divina Pastora, anunciando que cesaría la peste. Luego entregó el estandarte de la Divina Pastora a

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