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-63- ,de que josué con su fe logró detener al sol en su ca– rrera? ¿tuvo presente acaso la promesa hecha por Jesu– •Cristo a los que predicarían su doctrina y aun a los mis– mos creyentes? ¿pensó en un verdadero milagro que el Señor podía operar a favor de aquellas almas necesi– tadas? No lo sabemo,s. Lo cierto es que la convicción universal de que el misionero era un santo, hizo creer a todos que el silen– •cio del volcán fué un prodigio y no una casualidad. Y _ •en esta creencia se confirmaron todos cuando observa– ron que ni un solo día de la santa misión volvió a verse fuego en el cráter ni se produjo un solo trueno hasta después de terminada la serie de sermones que se había propuesto el Siervo de Dios. Y añaden algunos que el último día de la misión, después de dar la Bendición Papal al pueblo, apostrofó de nuevo al volcán dándole licencia para mostrarse en actividad, y que en efecto comenzaron de nuevo los fe– nómenos sísmicos del mismo. Aun hoy refieren este suceso los que conocieron al Padre Esteban en la república de El Salvador y los que fueron discípulos de sus compañeros. rn d ('i\• 1 .¡1..__ayo e u1os.,,. En el mes de Abril de 1865 predicaba el Pad're Es-
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