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-61- diferentes de suyo y poco avenidas con el espíritu de mortificación y poco dispuestas a sufrir las molestias que causan los aguaceros, se abstuviesen de asistir a los actoá de la misión, rogó a la Divina Pastora supli– cándola fervientemente que interpusiese su valiosísima intercesión para con el Señor, a fin de que cesase el temporal y se serenase la atmósfera. · Comprendía que solicitaba un milagro . Pero creyó que la Divina Pastora no dejaría de escucharle, ya que se trataba del bien espiritual de sus ovejillas. En efecto: apenas entraron los misioneros en Cha– latenango, cesaron las lluvias totalmente durante un mes entero. El segundo mes de la misión llovió algo, pero sólo en las primeras horas de la madrugada; de fa! suerte que en breve rato se secaba el suelo con el sol y con el aíre, pudiendo por la tarde hacerse la función y el sermón en la plaza con toda comodidad. Todos los habitantes de la ciudad i de los pueblos próximos a ella consideraron este suceso como mila– groso, y lo atribuyeron a la oración y méritos del Sier– vo de Dios y a su valimiento con la Divina Pastora. Calla el volcá.n y cesa. el fuego Lo que vamos a referir aconteció en una ciudad del Estado de El Salvador, muy próxima al volcán de /zaleo. No he podido averiguar con certeza el nombre de-la

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