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-59- y en muchos pueblos de Honduras; y durante mucho, tiempo fué el asunto de todas las conversaciones. No queremos discutir aquí la naturaleza del suceso.. Pero permítasenos una reflexión: ¿Hay derecho a negar que el Señor quisiera valerse de un medio extraordinario para acreditar la evangélica predicación de tan piadoso misionero y para convertir aquella ciudad tan indiferente? Las circunstancias abonan a favor de la existencia. de un prodigio: Los habitantes de aquella ciudad eran poco propicios a impresiones de carácter religioso. El asunto del sermón no era a propósito para producir exaltaciones de la imaginación y excitaciones del sis– tema nervioso. El clamoreo se levantó simultáneamente en todos los sectores de aquella dilatada muchedumbre, no por contagio o por comunicación sucesiva de estados anormales de ánimo. El fruto fué muy saludable, sólido y duradero; pues los mayores enemigos de la misión se convirtieron en pregoneros de ella y en apóstoles y propagandistas entusiastas no solo por la ciudad, sino por las aldeas vecinas. Más de veinte días íntegros fué menester dedicar por varios confesores para cosechar el fruto de aquella misión . Legitimáronse seiscientos treinta matrimonios, a los que fué necesario dispensar de varios impedimentos de afinidad ilícita. Volvieron a unirse con sus legítimas esposas los que las habían abandonado por entregarse al vicio. Recaudáronse li– mosnas suficientes para levantar un hospital. Se adqui-

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