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-51··- Ante esta conducta del capitán, el Padre Esteban no profirió ni una palabra de protesta, no hizo el menor :gesto de desagrado. Durante las tristes horc1s de aque– lla odisea, no hizo sino rezar y pedir a la Divina Pasto– ra la conversión de aquellos infelices. Al despedirse en la frontera, nuestro misionero diri– gió la palabra al capitán y a la tropa con frases de tan– ta caridad y dulzura, que todos se sintieron conmovi– :dos. El capitán reconoció entonces su yerro y pidió perdón a los misioneros, con visibles muestras de arre– pentimiento. El Padre Esteban los bendijo con su crucifijo, di– •ciendo: «¡Señor, perdonadlos, porque no saben lo que :Se hacen!. .. » 8n su tierrra En el año 1875 el Padre Esteban predicó misiones -en Zugarramurdi (Navarra). El idioma que usaba era el vasco, único que entendía el pueblo. Pero el Padre Esteban, que no lo había cultivado desde niño y había tenido que estudiarlo a su regreso de América, mezcla– ba frases de varios dialectos que eran desconocidos en aquella región. Buen número de señores Sacerdotes creyeron que el público no iba a entender lo sufidente para penetrar el sentido de los sermones y pensaron que el fruto sería escaso o nulo. Sin embargo, todos entendieron perfectamente, y

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