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-5ú- caballero al Padre Esteban ordenando de parte deli Go– bernador y del Presidente D. Gerardo Barrio, que sa– liera inmediatamente del Estado de El Salvador. Cuando nuestro misionero salió a la calle con sus tres compañeros, hallaron una compañía dP soldados. que les obligaron a montar sobre sendos caballos que estaban ya a la puerta. Las bestias no tenían sillas, ni jaez alguno, ni una triste manta, ni freno. Sin duda et capitán de la compañía lo había dispuesto así por temor de que los misioneros intentaran huir para amotinar al. pueblo. A las once de la noche emprendieron la marcha. El pequeño ejército se organizó como si avanzara en país de enemigos: vanguardia, convoy y retaguardia. El ca– pitán había prohibido a los misioneros sacar de la igle– sia el .estandarte de la Divina Pastora. Los soldados, escribió el Padre Esteban al Presi– dente Barrio, no nos faltaron al respeto. Mas el Capi– tán reunió dos o tres veces la gente y gritó: «¡Viva Barrio, héroe de El Salvador!. . . y mueran los inícuos que han venido a poner un Gobierno déspota!. .. » Y los soldados contestaban: « ¡Viva Barrio!... ¡Mueran los. déspotas!. .. >> Todos estaban con bayoneta armada . Los misioneros temían, con fundamento, que iban a ser fusilados de un momento a otro, o muertos a bayo– netazos. A las ocho de la mañana llegaron a la frontera de Guatemala, después de una noche de zozobra.
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