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-49- ¡perdónalos, Señor L., El día 11 de Diciembre de 1859 llegó el Padre Este– ban desde Guatemala a la ciudad de Santa Ana, del Estado de El Salvador. El mismo día comenzó una mi– sión con tres compañeros suyos, misión que era la pri– mera de la serie que le había sido encomendada por el Sr. Obispo don Tomás Miguel Pineda. Como siempre, el concurso era extraordinario, aflu– yendo muchedumbres de Sonsonate, Izalco, Metapán etcétera. El día 25, en el momento en que el Padre Esteban comenzaba su sermón, prodújose en el atrio de la igle– sia un estruendo formidable de músicas, cantos, gritos, con que ya habían sido molestados los misioneros la noche anterior. Al terminar el exordio, preguntó el Padre Esteban al .auditorio: «qué ruido es ese?... » Y cuatro mil personas contestaron a una voz, que eran las comedias. Y protes– taron contra aquella falta de respeto. El misionero aconsejó que dos señores de los más caracterizados se presentasen al Gobernador pidiéndole que ordenara suspender las comedias, o retirarse los comediantes del atrio. Así lo hicieron. La misión continuó con gran fruto. El día que predicó sobre el perdón de los enemigos, ha– "bía en la plaza diez mil oyentes. El día 31, a las nueve de la noche, presentóse un
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