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-45 - que el Sr. Presidente dirigió una expresiva carta de acción de gracias al Superior del Convento de la Anti– gua el día 8 de Julio del mismo año. No fué esta la única ocasión en que el Gobierno de Guatemala hubo de agradecer la intervención pacífica del Padre Esteban en días de alzamientos. También el Estado de El Salvador debió más de una vez al Padre Esteban la paz y la prosperidad de sus pueblos. En la capital, la pacificación tuvo circuns– tancias ruidosísimas: Una fuerte columna de hombres que en Mayo de 1865 esperaba solo una señal para el alzamiento, abandonó las armas y se rindió ante el Siervo de Dios. Y una feroz mujer, famosa por su bra– vura y por sus escándalos, que había capitaneado a los facciosos en los combates, prorrumpió en llanto y gritos de angustia pidiendo perdón y confesión. Más tarde, en la misma ciudad notábase gran agita– ción a causa del fusilamiento del ex-Presidente Barrios. Fué llamado el Padre Esteban y a los pocos días cesa– ron los síntomas de nuevo alzamiento. El legítimo Pre– sidente Sr. Dueñas, aludiendo a la victoria que había obtenido contra los facciosos de Barrios en La Unión, dijo: «Más que a las armas, déb ese el triunfo a las mi– siones del Padre Esteban». En 1870 sosegó los ánimos en los pueblos rebeldes cte San Martín, joyabaj, Sacualpa, Canilla, San An– drés Sacabajá, Sacapulcas, Santa Cruz de Chiché, Chinique y Chichitenango.
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