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-37- el Siervo de Dios fuera de sus sentidos sin darse cuen– ta de lo que sucedía a su lado. Y cuando todos los re– ligiosos, molestadísimos por la abundancia de mosqui– tos, estaban en continuo movimiento de · manos y de cabeza, él permanecía inmóvil y siempre de rodillas co– mo si fuera una estatua insensible. En la oración recibió señaladísimos favores de Dios. 'Resplandores misteriosos Durante la enfermedad que sufrió en s~mlúcar de Barrameda y de la que murió, solía levantarse del le– cho diariamente a_ las tres de la tarde, como hemos di– cho en la Biografía. Sentado en una silla, escuchaba un párrafo sobre la Pasión de jesús que le leía Fray Antonio de Antequera. Después, quedábase el Siervo de Dios, solo, cerrados los ventanillos, pero entreabier– ta la puerta, entregado a profunda meditación. El prestigioso y cristianísimo caballero Excmo. se– ñor D. Andrés de Hoyos Limón, solía visitar al vene– rable enfermo todos los días. Una tarde entró en el Convento en la hora precisa en que el Padre Esteban se hallaba en oración. Iba a entrar D. Andrés en la celda del piadoso enfermo; mas luego de empujar la puerta, se detuvo sorprendido, y ·presa de la más intensa emoción, retrocedió, y apresu– radamente fué a buscar a algún religioso. Pronto halló a uno de los Hermanos legos; y levanM
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