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-36- descalzos, sin otro equipaj~ que una pequeña alforja y el estandarte de la Divina Pastora, empleando en la oración el tiempo que necesitaba para el descanso, per– seguido muchas veces por la impiedad, calumniado, encarcelado, amenazado de muerte y desterrado; pero siempre perseverante en sus trabajos apostólicos, con espíritu gigantesco, como el de San Pablo. Esto es extraordinario, está sobre las fuerzas hu– manas; el Padre Esteban no lo hubiera podido resistir sin una ayuda especial de Dios que sostenía sus fuer zas físicas y las fuerzas de su espíritu. Pero veamos cuál era la fuente de tan heróica for– taleza. Von de contemplación El Padre Esteban fué favorecido por Dios con el dón de contemplación. Los días que se hallaba en el Convento asistía a las tres horas diarias de meditación como los demás reli– giosos, según la costumbre de entonces; y esto, aunque estuviera dispensado por las leyes de la Orden, que conceden algunos alivios a los Padres en días de traba– jos apostólicos extraordinarios. Pero además era hallado frecuentemente en el coro ya de día, ya durante la noche; de suerte que los reli– giosos no sabían cuándo descansaba aquel varón de Dios. Su meditación era tan profunda, que parecía estar
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