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-25- decían que descansase ya de penitencias;, contestaba que aún no había hecho nada en este mundo. A mediados de Septiembre recibió el Santo Viático con señales de tan extraordinario fervor y con piedad tan profunda, que conmovió a todos los religiosos. Cuando entró el Señor en su habitación, diríase que el Padre Esteban lo vió con los ojos del cuerpo; pues sú– bitamente se incorporó, saltó del lecho y derribóse en tierra, poniéndose de rodillas con firmeza; juntó las manos, pidió perdón a los Religiosos y les dirigió una sentida plática exhortándoles a conserv1ar la austeridad propia de la Orden Capuchina y pidiéndoles oraciones por su alma. Luego, aunque estaba demacrado y pálido, a! recibir a Jesús Sacramentado, quedóse con el rostro encendido, los ojos cerrados, en actitud de profunda meditación. Los religiosos no podían contener las lágri– mas. Después recibió diariamente la Comunión de ro– dillas hasta la víspera de su muerte. Durante este tiempo apenas habló con las criaturas·. Siempre con el Crucifijo entre las manos, derretíase en amorosos coloquios con él. Daba frecuentemente gra– cias a Dios por los dolores y molestias que se dignaba enviarle. Desde que cayó enfermo levantábase diariamente a las tres de la tarde, y sentado en una silla, escuchaba un párrafo sobre la Pasión de jesucristo que le leía Fray Antonio de Antequera y luego quedaba largo rato en profunda meditación.
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