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-21- la misma abnegación y éxitos de siempre en los· pue– blos del país vasco. En Enero de 1874, sin temor a los peligros de la guerra civil, entró en Navarrá y permaneció en Murie– ta, cerca de Estella, cinco meses, negociando aunque sin fruto, con don Carlos de Borbón y la junta carlista, la habilitación de un Convento que fuera como expan– sión del de Bayona en que ya no cabían los religiosos. En 1875 predica en la frontera de Navarra y de Gui– púzcoa, aprovechando la ocasión para ejercer su sagra– do ministerio entre las tropas carlistas, acreditándose por su valor en las líneas de fuego. Terminada la guerra civil, abrióse ancho campo a su celo apostólico en las Provincias de España. Era ya septuagenario . Como predicador no podía ser ni sombra de lo que fué. Apesar de ello, despertó vivo entusiasmo en Navarra, donde más de una vez hubo de ser prote– gido por soldados para poder caminar, pues el público se disputaba la suerte de poder besar su mano o su Hábito. (1) Pasó a Andalucía en ·Marzo de 1877, siendo desig– nado para primer Superior del Convento que abrió en Antequera. También allí su labor apostólica fué una serie de triunfos de la Divina Gracia. Las misiones de Antequera, Sanlúcar de Barrameda, Chipiona, Cuevas Altas, Lebrija, Paradas, Aracena, (1 ) Los ancianos recuerdan aun las misiones de Vera, Zugarramurdi, Navascués, Urraul-Alto 1 Artieda, Arboniés, Lumbier, Artajona, San Martín, Falces y Andosilla ..
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