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-20- del nuevo Presidente García Granados. Al saberse cuál era el día señalado para la expulsión de los Capu– chinos, cinco mil hombres cercaron el Convento de la Antigua, armados de fusiles, machetes, pistolas y pa– los, gritando que mientras ellos vivieran, no había de salir para el destierro ni el Padre Esteban ni otro reli- · l,igioso alguno de su Comunidad. Por temor a una contrarrevolución, el Gobierno de– sistió de su propósito por entonces. Pero al áño si– guiente, Junio de 1872, realizóse la expulsión por sor– presa, no sin concentrar en la Antigua gran número de soldados de todas armas, que provocaron escenas san– grientas, disparando sus fusiles contra el público por el único delito de protestar de la sacrílega expulsión. Después de varios días de penosas marchas, em– barcóse el Padre Esteban con sus con:pañeros en el va– por norteamericano Sacramento, con rumbo a San Francisco de California, donde fueron caritativamente acogidos y atendidos por los Padres Jesuítas y por to– do el público. Cuando en los pueblos de las Repúblicas de Guate– mala y El Salvador se supo la noticia de la expulsión, hubo llantos y protestas generales; pero el dinero de la Masonería había triunfado. Con obediencia del Rvmo. Padre General, el Padre Esteban pasó a Francia con un grupo de religiosos compañeros de destierro. Llegó a Bayona en Marzo de 1873, entregándose luego a su labor de misionero con

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