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-19- de hacer, postrado en tierra, reiteradas protestas de su insuficiencia, dictadas por la profunda humildad de este Siervo de Dios·. Intentó desde aquel día concentrar su atención exclusivamente en el gobierno de sus súbditos; pero no pudo sustraerse a los deseos y ruegos de las .autoridades eclesiásticas y civiles que le llamaban sin cesar para predicar misiones. A todo alcanzaba el celo de nuestro Padre Esteban que supo multiplicarse pro– digiosamente con caridad heróica, olvidándose del ne– •Cesario descanso. Era indudable-que Dios centuplicaba las fuerzas de su Siervo. 6s expulsa.do de Guatemala, Su apostolado en Cf ra.ncia y 8spa.ña. La Religión y la moralidad, base de la paz de los pueblos, triunfaban en Guatemala y El Salvador bajo -el pabellón de la Divina Pastora, levantado por la in– cansable mano del Padre Esteban de Adoain. Los Pre– lados auguraban días de prosperidad para la Iglesia en aquellas Repúblicas. Pero la Masonería fijó inquieta sus ojos en aquel punto luminoso de Centro-América; y con ayuda del · infierno, provocó con su soplo satánico el incendio de la revolución, que triunfó en 1871. Los Prelados y las Comunidades religiosas hubie– ron de salir para el destierro en fuerza de un Decreto

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