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-12- mas, evangelizando los lugares por donde pasaba. Des– pués de dolorosa odisea, llegó a Caracas. El Padre Murieta, Prefecto de nuestras misiones en aquella Repúblíca, lo envió a Europa en Junio de 1845. obligándole a atender a su salud. Diez y ocho meses permaneció entre los Capuchinos navarros de Ustáriz, cerca de Bayona. Recuperadas las fuerzas apresuróse a regresar a Venezuela. No le permiten ir a su misión del Apure; pero cosecha frutos copiosos de reforma de costumbres en varias regiones de la República. El Padre Esteban llegó a ser universalmente cono– cido y estimado en el país. El Arzobispo de Caracas señor Fernández Peña, llevóle a la capital, confiándole la Dirección del Semi:lario y la cátedra de Moral. Un Gobierno revolucionario triunfa en Venezuela, intentando entronizar el vicio y la irreligión. Nuestro egregio misionero es entonces como un nuevo Bautis– ta que en nombre dé Dios increpa a los potentados con santa osadía. Díctase contra él y sus compañeros de– creto de destierro por el Presidente Judas Tadeo Mo– nagas. El pú_blico que venera al Padre Esteban como a santo, lo defiende en imponente manifestación. Los Cónsules extranjeros formulan enérgicas reclamaciones apoyando la del Cónsul español Sr. Muñoz, mientras varios barcos de guerra que se hallaban anclados en Puerto Rico, llegan al puerto de La Guaira en actitud amenazadora. El impío decreto es revocado. Nuestro misionero continúa dura:1tc la Cuaresma de 1849, cla-
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