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-8- Un suave aroma de intensa y tierna piedad bañaba el alma del Siervo de Dios mientras vivió al lado de sus padres, cuya casa era un verdadero templo de virtudes cristianas, tradicionales en el país vasco-navarro. A los 20 años de edad, adquirida en su valle una gran resistencia física que a tan duras pruebas había de ser sometida en su vida de misionero, tomó el Hábito Capuchino en el Convento de Cintruénigo, después de cursada'·parte de la Gramática Latina en la Preceptoría de Aspurz. Los Conventos de Peralta, Pamplona y Tudela, en los que estudió la _carrera ecles,iástica, fueron escuelas donde el Cielo formó el recio temple del futuro aventu– rero de la Cruz, educándolo en las virtudes seráficas de San Fidel de Sigmaringa y del Beato Diego de Cádiz. Pocos meses después de ser elevado al Sacerdocio y cuando aún no había terminado sus estudios, hizo fe– licísimos ensayos de apostolado, siendo ruidosísima la conversión de un reo de muerte en la cárcel de Pamplo– na, en Septiembre de 1833, obtenida por medio de la oración y de una disciplina sangrienta con que el Siervo de Dios castigó su propio cuerpo en presencia de aquel infeliz condenado a vil garrote. En Agosto de 1834 fué expulsado del Convento de Pamplona con toda la Comunidad, con ocasión de la guerra carlista. Caminando por los montes se refugió con sus compañeros en el Convento de Vera, próximo
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