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-97- les eecía: «Nq acertará ustee en este negocio ni gozará usted de la protección <:le Dios, si no se confiesa . pri-. mero .... » Como era natural,. le.. replicaban que .no venían para eso; que eso lo harían otro <:lía con más sosiego y me– jor preparación. Mas el Paere negábase cortesmente a tratar asunto alguno hasta después que se confesaban y se ponían en gracia <:le Dios. Después los mismos in– teresaeos aseguraban que el Paere Adoain les había leído la conciencia. · ~os famosos concubina.rios Ya hemos dicho arriba que cuando el Padre Esteban iba a preeicar misión a un pueblo cualquiera, la primera providencia que tomaba era pedir al Alcalde la lista de concubinarios y <:le divorciados. Esto practicaba en América, porque era absolutamente necesario en aque– llos países en que yjercía su sagrado ministerio, y en que había tanto abandono. En algunos pueblos, los Alcaldes entregábanle listas inexactas, con intención de engañar al Siervo de Dios. . Pero el Padre Esteban examiriábala unos momentos. Y luego devolvíala al Alcalee diciéndole: «Esta· no es la lista verdadera. Hágam~ otra. Y ¡cuidado con tratar de engañarme!. .. » Y no cesaba de insistir hasta que le , entregaban la lista completa que sumaba cien, doscien– tos o trescientos concubinarios escandalosos.

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